La comunidad latina en Houston está de luto y con el alma hecha pedazos. La víctima fue una madre cubana de 46 años, identificada como Yaquelín González Martínez, quien fue asesinada a tiros el pasado viernes en su propia casa, ubicada en un vecindario del suroeste de la ciudad.
Según el reporte de la policía, el principal sospechoso del crimen es su expareja, quien presuntamente la atacó tras una discusión que rápidamente escaló a violencia letal. Yaquelín murió en la escena del crimen. El sospechoso fue detenido poco después, mientras intentaba huir de la zona. Ahora enfrenta cargos de asesinato y permanece bajo custodia.
Pero más allá de los datos fríos del expediente judicial, esta historia tiene un peso que no cabe en papeles. Yaquelín no era solo una mujer más. Era una madre, una paisana, una luchadora que llegó a Estados Unidos buscando un mejor futuro para ella y su hija. Era parte del alma migrante que mueve a Houston todos los días. Trabajaba, soñaba, mandaba dinero a Cuba, y como tantas mujeres valientes, criaba sola.
La conmoción ha sido tal que decenas de miembros de la comunidad cubana se han volcado en redes sociales y grupos locales para organizar una colecta que ayude a su hija y cubra los gastos funerarios. “No se merecía este final”, dicen muchos entre lágrimas. Y no. Nadie se merece una despedida tan cruel.
En este periódico, donde la voz de los paisas sí se escucha, no solo informamos: también sentimos. Que se haga justicia por Yaquelín. Y que nunca dejemos de alzar la voz por quienes no alcanzaron a gritar.
								
															


