Mis paisas, si ya se sentía pesado el ambiente pa’ los migrantes, ahora nos dan otra bofetada. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) anda deteniendo raza como si fueran estampitas de colección: ya van más de 59,000 personas privadas de libertad, y los centros están reventando al 140% de su capacidad. O sea, ni en los camiones de maquila en hora pico se va tan apretado.
Y no crean que son criminales peligrosos los que están encerrando, no. La mayoría son compas que llegaron buscando chamba, seguridad o simplemente un poco de aire pa’ vivir. Pero el sistema gringo, en lugar de abrirles paso, los mete en jaulas cada vez más llenas, como si fueran cajas de tomate.
Lo más gacho es que la mitad de esos detenidos no tiene antecedentes penales. O sea, ni un ticket por estacionarse mal. Aun así, los tienen encerrados en condiciones que ya fueron denunciadas por organismos de derechos humanos. Y ni pa’ cuándo afloje.
Además, el informe reveló que al menos 21 centros superan con creces su capacidad oficial, y hay reportes de brotes de enfermedades, falta de atención médica y condiciones inhumanas. Pero eso sí, los presupuestos pa’ construir más centros o contratar más ICE siguen bien gordos.
¿Y qué dice el gobierno? Que están “haciendo lo posible”. Ajá. Como si eso bastara cuando hay niños durmiendo en el piso y mujeres con infecciones sin tratar.
En medio de toda esta tragedia, la comunidad migrante sigue de pie. Muchos compas allá en El Paso, Texas, están tratando de apoyar con comida, abogados y hasta posadas temporales. Porque si algo nos sobra es corazón.



