Después de que los Caudillos perdieron el invicto esta temporada, la banda en redes se fue con todo: que si ya se les acabó la magia, que si la dinastía estaba muerta, que si el equipo solo servía para vender gorras.
La gente decía en broma que solo les faltaba traer a Aaron Rodgers o a Tom Brady. Y después de lo que pasó este fin de semana, ya no estamos seguros de que no lo hayan intentado por inbox. Porque lo que hicieron contra los Mexicas fue una lección de “así se callan bocas”.
Los capitalinos llegaban invictos, creyéndose dioses del Olimpo, y salieron de Chihuahua con la corona chueca y el ego hecho carnitas. Caudillos les clavó un 30‑17 que no solo dolió en el marcador, sino en la narrativa épica que ya estaban armando los cronistas del centro del país.
Desde la primera jugada, Jeremy Johnson mandó el mensaje: conectó con Manigo para una escapada de 50 yardas y puso la mesa como si nunca se hubiera ido. La defensiva también se activó en modo “hoy no van a comer”, forzando errores, provocando balones sueltos y recuperando todo lo que se movía como si fueran ofertones del Buen Fin.
Luego vino el festival: Justin Lewis, Keyon Lesane, Fernando Mejía… todos metieron su cucharada. Y como postre, Sergio Cantú robó un pase que Jermaine Scott convirtió en touchdown. Los Mexicas intentaron responder con un pase largo, pero fue como echarle agua al incendio del fin del mundo.
Y así, sin pedir permiso y sin pedir perdón, Caudillos cerró la temporada regular con seis victorias y el orgullo restaurado. ¿Fue la temporada más brillante? Para nada. ¿Jugaron a ratos como si no tuvieran GPS? Sí. ¿Pero entran a playoffs con un rugido de película? Absolutamente.
El siguiente capítulo es contra los Osos de Monterrey. Que se preparen. Porque si algo quedó claro este fin de semana es que cuando Caudillos activa modo leyenda, no hay invicto, ni meme, ni chilango que se salve.
Y para los que ya estaban escribiendo la epitafia del bicampeón: guarden la lapicera. Caudillos está vivo. Y parece que trae hambre.
Y como diría nuestro compadre e ídolo de los chingones, con su esperada historia de Instagram —esa que ya es más esperada que el calendario de la LFA—: Raúl Lugo y Revuelto, “el que come callado come dos veces”. Y Caudillos, después de semanas de memes, críticas y silencio estratégico, se sentó a la mesa, pidió doble ración… y se sirvió el invicto de los Mexicas sin decir una palabra. Calladitos, pero con el cuchillo en la mano.



