Después de una racha que parecía más penitencia que temporada, los Bravos de León por fin dieron señales de vida en Torreón. Con un contundente (y sorpresivo) 6-0 sobre Unión Laguna, los del Bajío evitaron la barrida… y de paso, el ridículo total.
La cosa venía fea: dos partidos perdidos, caras largas y un público que ya no sabía si seguir apoyando o prender veladoras. Pero este domingo, algo pasó. Tal vez fue el desayuno, la alineación astral o que Unión Laguna decidió echarse la siesta dominical. Lo cierto es que los Bravos salieron con los bates encendidos y la defensa amarrada. Milagrosamente.
La blanqueada no solo les dio un respiro, también sirvió para recordarles que sí pueden ganar. Que no todo está perdido. Que a veces, muy de vez en cuando, las cosas sí salen bien… aunque sea en domingo y con el estadio casi vacío.
En La Peste Negra no nos queda claro si esto fue una hazaña o un accidente estadístico, pero lo celebramos como se debe: con sarcasmo, sorpresa y ese olorcito a esperanza que ya se estaba echando a perder.
Ahora falta ver si los Bravos pueden repetirlo… o si esto fue nomás un espejismo entre tanta derrota. Mientras tanto, a los de Laguna: qué ganotas de perder justo el día que tocaba presumir la escoba.



