El City pasó por encima del Al Ain como si fueran entrenamiento de jueves.
Con un 3-0 tan predecible como la programación de un canal cristiano a medianoche, el Manchester City avanzó en el Mundial de Clubes sin despeinarse, sin sudar y, francamente, sin emocionar a nadie.
El equipo árabe llegó con el sueño de hacer historia… y se fue con la historia repetida: la de los clubes que entran solo para que los europeos se luzcan. Los goles de De Bruyne, Haaland y Julián Álvarez cayeron como vacunas en la pandemia: necesarias, pero sin sorpresa.
Diccionario Peste: “Mundial de Clubes”
Torneo anual donde equipos millonarios viajan a humillar con amabilidad a equipos locales que ganaron una rifa para estar ahí.
Lo más emocionante fue ver cuánto se tardaba Guardiola en bostezar. Pero tranquilos: el marketing dirá que fue una noche mágica para “internacionalizar el fútbol”… mientras venden camisetas en Qatar.



