El planeta amaneció como quien ve gasolina, cerillos y un loco con encendedor: todos preguntándose si esta es la buena.
Israel e Irán siguen bailando con la muerte en un vals geopolítico donde el ritmo lo marca el misil más reciente. En medio de ataques, contraataques y amenazas nucleares apenas disfrazadas, los líderes mundiales observan… y tuitean.

Mientras tanto, Trump no se quiso quedar fuera del teatro y exigió “cambio de régimen en Irán”, como si el Medio Oriente fuera un simulado de PlayStation. Su postura, lejos de calmar, volvió a echar sal a la herida: “Regime change” suena más a eslogan de campaña que a solución diplomática.

Israel mantiene su narrativa de defensa preventiva y justificación divina, mientras que Irán amenaza con una “respuesta devastadora” si se cruza cierta línea invisible (que nadie ha explicado con precisión, pero todos saben que existe).

Gaza sigue sangrando. El sur de Líbano tiembla. Y en la trastienda, los verdaderos ganadores —industriales del armamento, cabilderos, y los sospechosos de siempre— ya están cobrando factura.

Diccionario Peste: “Cambio de régimen”
Eufemismo elegante para invasión, caos, muerte y contratos millonarios.